miércoles, enero 04, 2012

Sí, son tus labios.

Existen millones de besos. No hay dos iguales. Pueden ser especiales o pueden no serlo. Besos. Largos o demasiados cortos, sencillos y complejos, prohibidos y peligrosos. Besos repentinos o pensados, primeros o últimos. Besos inesperados, que te cogen por sorpresa y que no quieres soltar nunca. Besos sinceros y mentirosos, cariñosos o nerviosos. Besos que encienden aquello que tienes muy escondido en una parte que ni si quiera pensabas que se podía sentir tanta intensidad y otros que lo apagan para siempre y jamás se volverá a encender. Besos para saludar o besos para despedirte. Besos que inician historias y otros que las terminan para siempre. Besos que se dan con el corazón y otros que se dan con la cabeza. Besos que no quieres dar, besos que quieres que te den, besos que llevas esperando toda tu vida. Besos con abrazos, besos con sonrisas, besos con lágrimas, besos con " te quieros", besos con " te odio", besos con " te espero".  Besos entre amigos, entre novios, entre familia. Besos en la mejilla, en la frente o en los labios. Besos con promesas ocultas, besos con mentiras. Besos que compiten, besos que quieren más, besos con cariño, otros con necesidad. Besos que acarician el momento, otros que lo quieren robar. Besos que hacen pasar el tiempo, besos que hacen que no pase nunca. Besos que se quedan en la memoria, otros que se olvidan sin más. Besos que afirman y otros que niegan. Besos en la luz de la luna, otros a la luz del sol, otros bajo las estrellas, otros en un portal. Besos que llegan tarde, otros que llegan muy pronto. Besos. Que son  leídos, vistos, contados o  soñados. Besos irrepetibles, otros mejorables, otros con los que no pides más. Besos felices, besos tranquilos, besos rápidos. Besos de él. Besos con él. Besos que saben a él. Quizá no pida nada más.